sábado, 19 de abril de 2014

EL ESTADO MODERNO, BREVE RECORRIDO POR SU DESARROLLO TEÓRICO por Marcelo Garabedian

e. Antonio Gramsci (1891–1937)





Una de las grandes voces del marxismo occidental es, sin duda alguna, la de Antonio Gramsci. Este intelectual y dirigente político italiano tuvo una intensa vidapolítica en su país durante las primeras décadas del siglo XX. Analizó agudamente la situación política tanto de Italia como del resto del continente europeo dejando un sólido testimonio a lo largo de su obra. Gramsci, uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, sufrió la cárcel, las torturas y la censura del gobierno fascista de Benito Mussolini.




Según Gramsci, la estrategia revolucionaria que deberá llevar adelante el movimiento obrero estará en relación directa con la realidad política, económica y social. Gramsci observa que la revolución que se llevó adelante en Rusia en 1917 guardaba ciertas características excepcionales que no podían repetirse en ningún país de Occidente dado que el Estado capitalista occidental había desarrollado una compleja red, destinada al control y a la dominación política que iba más allá de la represión. Teniendo estas características presentes, en el libro Notas sobre Maquiavelo (Buenos Aires, Nueva Visión, 1998), afirma: “[…] en Oriente el Estado lo era todo y la sociedad era primitiva y gelatinosa”, en Occidente “existía una apropiada relación entre Estado y sociedad civil y cuando el Estado temblaba, la robusta estructura de la sociedad civil se manifestaba en el acto”.




Sobre esta caracterización se apoya la muy conocida descripción que Gramsci realiza acerca del sistema occidental de dominación: “el Estado sólo era una trinchera avanzada tras de la cual había un poderoso sistema de fortalezas y casamatas” que se situaban en la sociedad civil a través de toda una serie de instituciones “privadas”, las cuales aparecían como parte fundamental del sistema de dominación burguesa.




Antonio Gramsci comienza por ubicar este sistema complejo de dominación después de 1870, cuando se complejiza el sistema social y productivo y se readapta el Estado en una estructura capaz de interrelacionarse con la sociedad civil de una forma más eficaz. El Estado comienza a penetrar en la sociedad civil y en el interior de ésta y las masas se organizan en grandes partidos y sindicatos. Comienzan a erigirse numerosas instituciones que median la relación entre las masas y el Estado gobierno.




Tanto el Estado como la sociedad civil, son los encargados de desarrollar y volcar hegemonía sobre los individuos, es por eso que para Gramsci no es suficiente tomar el Estado por la fuerza, dado que después existe toda una serie de instituciones a las que es necesario dominar o liderar para que la estrategia revolucionaria llegue a su objetivo final. En realidad Gramsci propone una inversión de la estrategia revolucionaria: primero se debe dar la batalla en el seno de la sociedad civil mediante la construcción de una trama discursiva política social propia. El grupo revolucionario debe liderar a los sectores sociales con los que es afín, es decir, debe ser dirigente antes de conquistar el poder. Después de esto, se convierte en dominante sobre toda la sociedad, incluidos los grupos enemigos, y a su vez continúa siendo dirigente de los sectores aliados y afines.




Así surge la noción de “Estado ampliado”, esto significa, la interrelación del Estado y la sociedad civil conformando una totalidad compleja en donde se genera la hegemonía política.



Además de esta definición de “Estado ampliado”, Gramsci realiza un gran aporte al estudio de las ciencias políticas a partir de la acuñación del concepto de “hegemonía”. Portantiero en su libro Los usos de Gramsci sintetiza muy bien la característica más importante de dicho concepto: “la hegemonía es dirección política y dirección cultural” (Portantiero, J. C., ob. cit., págs. 22 a 33). Esta función, la de conseguir consenso y legitimidad en la estructura de dominación, se basa en la posibilidad cierta de recurrir a la fuerza como última instancia, pero esta prerrogativa, que sólo pertenece al Estado, se encuentra oculta. El sistema funciona como si esta última potestad de la dominación no existiera, y esta combinación hace que la dominación que ejercen los sectores dominantes sea muy efectiva.




Es por medio de la definición de hegemonía como dirección política y cultural, que se pueden descifrar las complejidades que la sociedad occidental presenta a los sectores revolucionarios. Ya no sólo se trata del Estado en su función de “comité de negocios de la burguesía” -tal cual lo definía Marx a mediados del siglo XlX, sino que estamos en presencia de una sociedad civil con todo su complejo institucional privado que aporta a la dominación y a la producción de ideología.




En el Estado y en la sociedad civil se hallan los especialistas e intelectualesencargados de ejercer la dominación y dirección hegemónica. En el Estado se encuentra esta doble función de coerción y de consenso; ésta última, compartida con la sociedad civil y su entramado de instituciones privadas. Perry Anderson, en Las antinomias de Gramsci (Barcelona, Fontamara,1981), afirma que existe una asimetría entre estas dos funciones, ya que “la ideología se reparte entre la sociedad civil y el estado”, mientras que “la violencia pertenece sólo al estado”.




El Estado es, entonces, el lugar en donde se estructuran las relaciones sociales entre dominantes y dominados; pero el análisis del mismo trasciende a la institución y sus leyes. Para captar toda la complejidad que encierra esta relación entre dominantes y dominados es necesario detenerse en el papel de los intelectuales y su relación con las instituciones en el seno de la sociedad civil, entre ellas el “nuevo partido político de masas”.

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