V.
Tipos de Estado
a.
Estado absolutista
Podemos ubicar este tipo de Estado en Europa entre el siglo XVI y
finales del siglo XVIII. El término de absolutismo, acuñado durante
el siglo XIX por el liberalismo, está en estrecha relación con el
concepto de poder. Efectivamente se denomina “absolutismo” por
cuando la utilización y concepción que los monarcas hacían del
poder era absoluto. Pero, el Estado absolutista no es necesariamente
sinónimo de tiranía o despotismo. La existencia de límites y
regulaciones está mediando entre estas concepciones de Estado.
Como afirma Pierángelo Schiera refiriéndose al absolutismo “se
trata entonces de un régimen político constitucional (en el sentido
de que su funcionamiento está, de cualquier
manera, sometido a limitaciones y normas preestablecidas), no
arbitrario (en cuanto que la voluntad del monarca no es ilimitada) y
sobre todo de tipo secular, profano.” (Schiera, Pierángelo,
“Absolutismo”, en Bobbio, N.; N. Matteucci y G. Pasquino eds.-,
ob. cit., págs. 1 a 8).
El Estado absolutista es la consolidación del poder bajo la tutela
del monarca en relación con los “reinos” que proliferaban en
Europa durante los siglos precedentes. Podría afirmarse que con los
estados absolutistas a partir del siglo XVI, comienzan a delinearse
los contornos del Estado moderno.
Las características que guardan estos estados fueron evaluadas
favorablemente por Nicolás Maquiavelo en su célebre tratado El
Príncipe, cuando hace mención a la unificación que durante el
siglo XVI estaban llevando adelante los reinos de Castilla y Aragón.
Las características que poseía el Estado absolutista fueron la
concentración del poder con respecto a los reinos menores y su
consecuente delimitación geográfica. Esto se evidencia a través de
la posibilidad manifiesta de imponer sus decisiones sobre los otros
dentro de su territorio.
Además
de estas características, consideradas fundamentales, vale recordar
el hecho del carácter profano de estos reinos, separando la órbita
de lo religioso y de lo político. Es con los estados absolutistas
que las cuestiones de gobierno y administración comienzan a
realizarse en términos de racionalidad y eficiencia.
El desarrollo de este tipo de organización política va a la par del
cambio paulatino pero irreversible de las estructuras sociales y
económicas; a partir del siglo XIII en adelante, podemos encontrar
un creciente desarrollo del comercio y de las industrias.
Por otra parte, en el siglo XVI comienzan las grandes empresas
colonizadoras de los reinos de España y de Portugal en América, y
también en otros continentes como África y Asia. Estas políticas
expansionistas fueron llevadas adelante por estados absolutistas. La
teoría económica que está íntimamente ligada a esta concepción
de organización política es el mercantilismo, teoría que afirmaba
que la riqueza de una “nación” estaba unida a la acumulación de
riquezas, fundamentalmente oro y plata. Esta teoría
opera sobre la base de un territorio delimitado y en base a una
decisión política unívoca, es decir, un Estado soberano.
Las
luchas religiosas del siglo XVI y XVII -fundamentalmente el
movimiento protestante- jugaron también un papel fundamental en la
constitución de un cierto tipo de concepción ideológica. Estos
movimientos ayudaron a la constitución de los estados absolutistas
sobre bases racionales y profanas.
Algunas
obras que desarrollaron las bases teóricas del Estado absolutista
fueron El Príncipe de Nicolás Maquivelo (1469 - 1527), Leviatán de
Thomas Hobbes (1588 - 1679) y Los seis libros del Estado de Jean
Bodin (1530 - 1596)
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