c.
Eduard Bernstein (1850–1932)
A partir del último cuarto del siglo XIX la transformación del
capitalismo estaba fuera de toda duda, entraba a nueva fase de su
desarrollo. La crisis que había sufrido el capitalismo en 1873 no
había sido el inicio de su ocaso, tal como aventuraba del marxismo
revolucionario, sino que por el contrario, provocó su
reconstitución. El Estado burgués entraba, a su vez, en una
reformulación de sus funciones incorporando algunas de las demandas
del movimiento obrero tales como legalización de los sindicatos,
mayor apertura democrática y sobre todo en Alemania, una incipiente
prestación social a los trabajadores.
Esta situación particular, sumada al crecimiento que había tenido
el socialismo en el movimiento obrero alemán, hizo pensar a Engels
que el marxismo debía comenzar un proceso de reformulación de sus
tácticas. Tal como afirma Portantiero en su libro Los usos de
Gramsci (Bs. As. Grijalbo, 1999):
“Con la introducción engelsiana de 1895 el marxismo penetra
definitivamente en la hora de su madurez política: repliega sus
rasgos de crítica y se asume como doctrina.” (Portantiero, J. C.,
ob. cit., Buenos Aires, Grijalbo, 1999, “Weber: la forma moderna de
la dominación”)
La situación había cambiado para el marxismo. Ahora en la
concepción de Engels debía tomar las armas que el sistema burgués
capitalista había entregado para implementar desde allí los cambios
sociales y las transformaciones sociales y económicas que reclamaba
el marxismo. Las estrategias del movimiento obrero debían cambiar
porque era el capitalismo y la complejización de la dominación lo
que se había transformado. Como afirmaba Engels, el Estado ya no es
el “comité de negocios de la burguesía” ni un Estado
“bonapartista”, sino que se ha transformado por completo en una
organización más densa y compleja. A partir de la democratización
y del accionar del movimiento obrero “prosperamos mucho más en la
legalidad burguesa que con los medios ilegales y la subversión”. A
partir de aquí, podemos incursionar en la obra de Eduard Berstein.
El “revisionismo” que propone Bernstein es un
intento de superación de las ideas “catastrofistas” que promueve
la teoría revolucionaria. Allí la visión del militante socialista
alemán apunta a que el capitalismo, lejos de llegar a su
culminación, está en un proceso de fortalecimiento.
A partir del crecimiento que experimenta el movimiento
obrero, es posible implementar cambios en el interior del sistema.
Para llegar a esta idea, tiene que producirse un debate acerca de la
“naturaleza del Estado”, que pasa de ser clasista a ser un
instrumento neutral. La neutralidad del Estado está en la base del
revisionismo propuesto por Bersntein, quien lo expresaba de esta
forma en su obra “Sobre el concepto de Estado”:
“El
Estado es una forma de convivencia y un órgano de gobierno, cuyo
contenido social hace variar su carácter político - social. Quien,
a la manera de un nominalismo abstracto, vincula irrevocablemente su
concepto con el de las condiciones de dominación bajo las cuales
surgió en otros tiempos, ignora las posibilidades de desarrollo y
las metamorfosis reales que con él han tenido lugar en la historia.
En la práctica, bajo la influencia de las luchas del movimiento
obrero, ha aparecido otra valoración del Estado en los partidos
socialdemócratas. Ahí, ha ganado terreno realmente la idea de un
Estado popular, que no sea herramienta de las clases altas, sino cuyo
carácter esté dado por la gran mayoría popular, en virtud del
sufragio general e igualitario.” (Bernstein, E., “Sobre el
concepto de Estado”, en Heinmann, H., Textos sobre el revisionismo,
México, Nueva Sociedad, 1982)
La socialdemocracia incorpora en gran medida esta visión
bernsteniana del desarrollo del socialismo e intenta vehiculizar las
transformaciones a través del sufragio, entendiendo que la
penetración del Estado por parte del movimiento obrero se dará
finalmente mediante esta vía.
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