IV.
Principales corrientes de pensamiento en torno al Estado
a.
Max Weber (1864–1920)
Al introducirnos en un estudio sobre el Estado, no
puede permanecer al margen el nombre de Max Weber. Este pensador
alemán llega al análisis realista (en oposición al jurídico
formal) del Estado moderno a través de un estudio histórico y
sociológico de las formas precedentes de Estado. Los factores que
toma en cuenta para analizar este desarrollo particular son la
religión, el desarrollo del protestantismo, y el avance, en un
primer momento, del comercio como fuente generadora de riquezas y,
posteriormente, del capitalismo como forma cada vez más dominante de
producción económica y social.
Weber
define al capitalismo como un “fenómeno moderno”, considerando
la característica de la racionalidad en su sistema complejo de
instituciones.
Además
concluye que el capitalismo surge en occidente por una serie de
factores y
causas particulares que lo hicieron posible. En este sentido es un
análisis histórico porque entiende que su aparición no guardaba
una característica de “inevitabilidad” ni de una causalidad
espontánea (extraído de Zeitlin, Irving, Ideología y teoría
sociológica, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1970. pág. 141).
Al
respecto, Weber afirma:
“En
última instancia, el factor que produjo el capitalismo es la empresa
racional permanente, la contabilidad racional, la tecnología
racional y el derecho racional, pero ninguna de estas causas en forma
aislada.
Factores
complementarios imprescindibles fueron el espíritu racional, la
racionalización de la conducta en la vida, en general, y una ética
económica racionalista”. (Weber, M., el autor, Historia Económica
General, México, Fondo de Cultura Económica, 1944)
Es recurrente en la obra de Weber las aproximaciones al “poder” y
los medios posibles para llegar a él y mantenerlo. En esta visión,
la concepción de la política se aleja de las vertientes idealistas
para acercarse hacia posiciones “realistas”.
En línea con lo expuesto, la titularidad de la autoridad y del poder
se pone de manifiesto en la dominación. El Estado moderno, en
términos del propio autor, posee el “monopolio legítimo de la
fuerza” y es “una empresa de dominio que requiere administración
continua”. El poder que ostenta el Estado es superior al poder de
todos los individuos e instituciones dentro de un territorio dado. Es
esta característica lo que le otorga su existencia política.
Weber entiende la política como enfrentamientos entre los diferentes
sectores sociales, políticos y económicos por obtener el poder. Las
relaciones entre las personas son, en definitiva, relaciones de
fuerza, de una persona sobre la otra y de una clase social sobre la
otra. Estas luchas se dirimen a través de la movilización de
diferentes recursos y en última instancia, a través de la fuerza. Una
vez repasados algunos de los conceptos fundamentales de la obra de
Weber, como “poder”, “dominación” y “política”,
abordaremos su definición sobre el Estado moderno incluido en su
libro Economía y Sociedad:
“Una
asociación de tipo institucional, que en el interior de un
territorio ha tratado con éxito de monoplizar la coacción física
legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los
medios materiales de explotación en manos de sus directores pero
habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase
autónoma, que anteriormente dependían de aquellos por derecho
propio, y colocándose a sí mismo, en el lugar de ellos, en la cima
suprema”. (Weber, M., Economía y Sociedad, México, Fondo de
Cultura Económica, varias ediciones)
El análisis sobre el Estado moderno como organización política
institucional cuyo objetivo final es el mantenimiento de la
dominación, es sólo una parte del trabajo de Weber. La otra gran
cuestión de su obra, es cómo lograr que esta dominación sobre un
territorio dado, sea duradera e incuestionable por parte de los
diferentes actores del sistema. Al respecto, el filósofo político
italiano Norberto Bobbio (1909–2004) nos introduce en la cuestión.
“El
monopolio de la fuerza, como se ha dicho, es condición necesaria
pero no suficiente de la existencia de un grupo político que pueda
definirse como estado. En todos los contextos Weber añade que esta
fuerza debe ser legítima. El problema que surge de inmediato es que
sólo un poder legítimo está llamado a perdurar, y sólo un poder
duradero y constante puede constituir un Estado […] No basta que el
poder soberano sea absoluto, también debe ser perpetuo.” (Bobbio,
N., Estudios de Historia de la
Filosofía. De Hobbes a Gramsci, Buenos Aires, Ed. Debate, 1985;
“Espacio y poder en Max Weber”)
La legitimidad guarda un lugar fundamental en la
empresa destinada a la dominación política. La legitimidad es
efectiva sólo cuando quien obedece la norma, la ley, lo hace
entendiendo que ésta es parte de su convencimiento y de su acción.
El individuo no experimenta esta dominación como una imposición no
deseada, sino que por el contrario adhiere al ordenamiento político
porque lo considera un acto voluntario interno, hasta el extremo de
“naturalizar” una situación que es en realidad histórica,
social y política como lo es la empresa de la dominación.
La
legitimidad es, como dice Bobbio, el tema del “fundamento del
poder”.
Para
realizar este análisis, Weber vuelve a realizar un análisis
histórico tratando de rastrear los fundamentos del “derecho a
mandar”.
La
pregunta sería: ¿por qué existen hombres que están en una
posición de dominación y por qué el grueso de los individuos
acepta esta dominación como “legítima”? Weber intenta responder
esta pregunta construyendo tipos ideales de legitimidad del poder que
se sucedieron a lo largo de la historia.
El tipo ideal es un instrumento conceptual que usa el
investigador para aproximarse al fenómeno social que se desea
estudiar para “comprender”. Al constituir tipos ideales, el
investigador va desplazándose desde el tipo ideal a la realidad y
luego vuelve al modelo teórico para constatar sus presunciones o
modificarlo de acuerdo con la realidad. Con este método es posible
lograr un conocimiento cada vez más específico sobre los fenómenos
en estudio.
Los tipos ideales de las formas legítimas de dominación son tres:
dominación tradicional, la dominación carismática y la dominación
racional legal.
A
estos tres tipos ideales, les corresponde una determinada forma de
legitimaciónde
su poder.
La
dominación tradicional, expresado por Weber en el capítulo “Los
tres tipos puros de la dominación legítima” de su libro Economía
y Sociedad, se basa en “la creencia en la santidad de los
ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre”.
Aquí juega un rol importante el conocimiento personal entre el
“señor” y los “súbditos”, ejerciendo una dominación de
tipo “patriarcal”.
En la dominación carismática, al igual que en la dominación
tradicional, también hay un contacto personal, esta vez entre el
líder y sus seguidores. La naturaleza de la dominación se da en
esta oportunidad por las “dotes extraordinarias” de mando que
posee el “caudillo”. Esta autoridad se basa en la “creencia”
de las virtudes sobrenaturales de los líderes, ya sean estos
profetas, cazadores, guerreros, políticos, etc.
Para Weber, el tipo ideal que corresponde al Estado
moderno, al Estado del tiempo actual, es la forma racional legal
basada en “virtud de un estatuto”.
Este
tipo de dominación descansa en la ley, que es impersonal (no hay una
persona que disponga según su voluntad) y racional (surge como
consecuencia de un saber especializado).
En este tipo de sociedades capitalistas complejas, caracterizadas por
ser sociedades de masas, “la dominación creciente será a la vez
la burocratización creciente”. El Estado moderno administra,
gestiona y controla a través de la institución burocrática que
guarda ciertas características. Está compuesta por funcionarios
idóneos que perciben un salario, se basa en el expediente como
herramienta para gestionar y está organizada sobre criterios
racionales que garanticen efectividad y calculabilidad. Todo este
edificio institucional se sostiene a través de la extracción de
recursos de la sociedad, que realiza el Estado a través del cobro de
impuestos.
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